El otro día asistí a la proyección de la sexta edición del catálogo «Canarias en corto» en donde siete cineastas canarios mostraron sus producciones en una sala abarrotada en los cines Renoir de Santa Cruz. Antes de la proyección hablaron los siete, y en su discurso casi todos ellos venían a decir lo mismo: que estaban orgullosos de formar parte de una selección de talentosos directores, se lamentaban de la falta de visibilidad de sus obras, y de que su trabajo no se valoraba suficientemente en estas islas. Después vinieron las proyecciones, y de los siete cortos, tres me parecieron excelentes, y el resto, en su mayoría muy dignos.
El mismo discurso que los cineastas fue el que mantuvimos al día siguiente los escritores de Generación 21, esta antología editada por Ánghel Morales en la que ha publicado a doce novelistas canarios con una cierta trayectoria. En los cinco minutos que tuvimos cada uno durante la presentación reconocimos la calidad literaria de los autores; y defendimos la necesidad de una mayor visibilidad, de una mejor distribución, de ocupar un espacio en las librerías, de provocar algún tipo de eco en la prensa y en la crítica, de obtener un mayor interés por parte de los lectores.
En definitiva, las reclamaciones de cineastas y escritores eran exactamente las mismas: una crítica a la poca repercusión de nuestro trabajo en el archipiélago.
Y el fin de semana anterior había estado visitando la exposición sobre Óscar Domínguez que se muestra estos meses en el TEA. Una exposición extraordinaria, no sólo por el exhaustivo y afinado trabajo que hay en su preparación, sino también por la magnificencia de la obra del pintor canario. Una exposición que por su calidad podría ser expuesta en cualquier museo del mundo, en el Pompidou, en el Thyssen por ejemplo, ese museo que visitamos muchos canarios cuando nos desplazamos a Madrid para ver algo de cultura. Cualquier sábado a las cinco de la tarde, en una exposición como ésta, el Thyssen estaría lleno, sin embargo el otro día, un sábado a las cinco de la tarde, en la sala del TEA sólo éramos dos personas visitando la muestra. Estoy completamente convencido de que si la obra de Óscar Domínguez fuese expuesta en el Thyssen, un sábado a las cinco de la tarde habría más canarios que los pírricos dos que estábamos el otro día en el TEA.
¿Es esto de la visibilidad un lloriqueo de los creadores debido a un indomable ego que nos obliga a pensar que deberíamos tener mayor protagonismo? ¿Debemos definitivamente resignarnos a que la frívola sociedad del espectáculo vaya ganando por espectacular goleada al interés por la cultura? ¿La expresión «nadie es profeta en su tierra» es intrínseca a la condición humana o es que en Canarias tendemos a menospreciar lo que se produce en estas islas porque todavía no nos hemos desquitado de este histórico, provinciano, insular y cicatero complejo de inferioridad?
Foto: el editor y los autores de Generación 21 en la sala MAC de Santa Cruz.
El canario tiene que adaptarse el 100 por 100 en un nuevo orden del consumo de arte. Creo que las “preguntas respuestas” de este artículo dejan claro, la necesidad de un estudio y actuación sobre como cambian los hábitos de consumo del intelecto de la sociedad y diferenciar entre consumo local y consumo de arte en un sentido mas amplio con los tiempos que corren. Un ejemplo claro de los cambios bruscos a los que estamos sometidos es, el como aprendí a escribir mi nombre y como lo uso: Álvaro, mayúscula y acentuado, Henríquez, mayúscula, acentuado y separado, esto es lo que me enseñaron, pues esta fórmula, no me es válida hoy en día, en un 99 por 100 para ser yo en mi actividad. Esta modificación que se salta todas las normas de un sistema como la escritura, es aplicable a todas las estrategias en todos los ámbitos.
“cómo cambian los hábitos de consumo del intelecto de la sociedad” interesante frase para reflexionar…
Como noto en tu reseña, no hay diferencias mayores con respecto al Perú. Aquí existen amplios círculos de artistas que también reclaman esa visibilidad que los reducidos círculos oficiales les niegan. El respaldo institucional está también tan parcializado como el mismo desinterés general de la población. Esperemos que se supere esto que dice Eco sobre el espíritu kitsch de buscar un producto cultural digerido y mediatizado.
P.D.: Y qué bien por estos cineastas; ya me pasarás sus datos para chequear sus trabajos.