Océana, en tu nombre navegan las caricias de los amantes, Paros, Naxos, Hydra, Ítaca, son sus azules, sus verdes y sus blancos, dicen que al argonauta se le enviaba a cumplir una tarea imposible para desembarazarse de él, pero siempre volvía victorioso. Llegué a tus orillas sin rumbo / con el corazón maltrecho de esperanzas, ¿Qué es lo que busca Alfonso Delgado?
Teseo y Ariadna. Ariadna es fuego, una paleta de ardor rojo, granate y naranja que clama, que grita, que invoca al mundo la magnitud de sus colores. Teseo por fuera es costra, es falla, es arena seca, es pigmento; fluye sin embargo en su interior de azules calmos y fértiles turquesas. Teseo una espada luminosa, un hilo para entrar en la cueva y conducirlo a ella a su regreso.
Y conducirlo a ella. Alfonso Delgado nos habla de amor; amor, casi una misión imposible de la que sin embargo regresa victorioso. Un amor moldeado en almagre, en arcillas ocres y naranjas y azules y marrones; almagre, luna, ondas, luz…, belleza. Alfonso Delgado nos habla de la belleza, nos muestra la belleza, una belleza serena, meditada, sabia; una belleza de paisajes que habitamos, una belleza en las praias da lua, en una caleta perdida, transparentes, cálidas; lienzos en donde podemos esquecer, en donde podemos olvidar, en donde Argos convive con su triunfo.
Océana, conseguí navegar en tus azules…, dice Alfonso Delgado pero no es del todo cierto; la verdad, la verdad es que conseguimos navegar en tus azules contemplando Océana, porque frente a Océana, sumergiéndonos en Océana, todos, Argonautas, descubrimos que nos esperabas en el último de los puertos, ¡belleza!, casi como una joya rara o inesperada, ¡belleza!, sirena feliz e infinita.
En cursiva en el texto: títulos de cuadros y versos de Alfonso Delgado.
Cuadros: Almagre, As prais da lua, Ariadna, de la exposición Océana, de Alfonso Delgado.