Una mujer herida: Los caminos de Aissa

loscaminosdeaissaEs como si me hubiesen metido el dedo en el ojo, alguien que pasaba al lado mío, alguien que recorre las mismas calles, frecuenta los mismos lugares, alguien con el que me habré cruzado unas cuantas veces sin saber quién era. Cada persona, cada habitante de la ciudad podría tener una historia que pudiera ser llevada al cine, o al menos esa es la sensación que tengo tras salir de ver el docudrama «Los caminos de Aissa», de Rolando Díaz. La cámara ante la que se desnuda una habitante de mi ciudad, y que lo hace de tal manera, con tal sencillez y con tanta profundidad, que parece que estamos tomando un café con la protagonista, que estamos escuchando su vivísima voz tan cercana, tan apasionada, tan contradictoria, tan luchadora, tan valiente, tan inmadura… Aissa es una inmigrante africana a la búsqueda de su camino, una mujer herida por el desamparo, la habilidad del director hace que se nos muestre tal y como es, sin ningún artificio, con toda su naturalidad, con sus conversaciones profundas y sus conversaciones insulsas, como cualquiera de nosotros; ella misma y su entorno de vidas paralelas, otros inmigrantes que también buscan, lo intentan, sobreviven en un mundo que no acaba nunca siendo el suyo. Fantástica la escena de Aissa maquillándose, cargada de simbolismo, bella como una obra de arte, consciente de cada pincelada que recibe su rostro. Fantástico el personaje final, que viene a decirnos que cada persona es una historia, y que la vida de uno, la realidad de uno, no tiene una única mirada, sino que está compuesta, indivisiblemente integrada en la vida y la realidad de los otros, y que la conclusión es un compendio de las dos; qué hábil el director mostrándolo, y de qué forma impúdica, dolorosa y estremecedora nos lo muestran las protagonistas. Aissa es una inmigrante africana que vive en la misma ciudad que yo, en esa ciudad cuyas calles reconozco en la pantalla pero de la que no reconozco su atmósfera, esa atmósfera cosmopolita, abierta, intimista, cargada de personas, de proyectos, de optimismo y de decepciones, esa ciudad que creo pequeña, pero ¿es realmente pequeña una ciudad en la que existen tantas historias a nuestro alrededor? Personas que pasan a tu lado y que de repente te meten el dedo en el ojo para decirte que están allí, en donde tú vives, su realidad muy cerquita de la tuya…, aunque nos separe un abismo.

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3 comments

  1. ¡Gracias por esta sensible crónica tras presenciar “Los caminos de Aissa”, en el TEA!
    Lo más importante de su escrito es que nos hace pensar en las historias que encierran las vidas de todas las personas que nos rodean, sean de donde sean.

  2. Magnifico y extraordinaria tu visión de la película eso queríamos: una persona cualquiera integrada en nuestra sociedad como una más pese a su origen; así es nuestra sociedad: múltiple, diversa y real. Aissa es un ejemplo y Rolando y todos nosotros eso impulsamos, buscando emigrantes que ya no lo son olvidar esa palabra, son habitantes felices e inquietos de una Canarias, abierta y acogedora sin racismos ni exclusiones. Son unos más en nuestra geografía humana, no importa el origen: podría valer para una china, una norteafricana, una rumana, una alemana, cualquiera. Gracias de nuevo por tu acertadisimo ojo. Aurelio

  3. Pablo, me corresponde por aludido, como a los compañeros que me acompañaron en este largo andar que ha sido recorrer Los Caminos de Aissa, admirar una crónica que interpreta tan fielmente lo que uno, como autor, se propuso conseguir. Es una excepción casi única, un sueño casi inalcanzable, no sabes cuanto me recompensa tu opinión. Se que habrá quien opine también de otras maneras, pero haber logrado que alguien haya latido del mismo lado de las esencias que animo este proyecto, es realmente reconfortante.

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