Viaje al corazón de lo verdadero

volardenocheFrancisco de Zárate es un tipo que se hace preguntas, como la buena literatura, que es aquella que plantea preguntas. Digamos que de Zárate y la literatura son eso que estudiamos en económicas: los bienes complementarios, Francisco y la literatura son bienes, y además complementarios, como el café y la leche, como el lápiz y el papel. Un día (anterior a las oleadas de 2006) Francisco de Zárate se preguntó por qué venían las pateras de Marruecos a Canarias, y su afán de periodista no se contentó con leer o escuchar las explicaciones de otros —quizás le parecían insuficientes—, sino que se fue él mismo a investigarlo, él mismo a la búsqueda de las respuestas, porque como ya dije antes, Francisco de Zárate se suele hacer preguntas, y a mí eso me parece admirable, que uno vaya en busca de sus respuestas, por encima de todo.

Así que Francisco cogió unos pocos bártulos y se fue a un pueblo en el sur de Marruecos, Tleta Sbouya, cerca de Guelmim, de donde salían muchos de los inmigrantes que llegaban a Canarias. Francisco llegó a ese pueblo (dos docenas de casas, una única calle asfaltada, un puesto de correos y diecinueve antenas satélites) sin conocer a nadie: a una cultura distinta, a gentes con una educación distinta, con una lengua distinta, Francisco se bajó de una guagua polvorienta con su mochila a la espalda, y se puso a buscar alojamiento.

La experiencia de las cinco semanas que pasó en Tleta Sbouya en 2005 nos la cuenta en su interesantísimo libro «Volar de noche, un viaje al corazón del emigrante», un libro que se sitúa en la senda de autores como Kaplan o Kapucinski, un libro escrito por un verdadero periodista. En su trabajo de investigación, Francisco de Zárate nos muestra las verdaderas razones por la que los marroquíes huyen en patera, unas razones tan distintas de las que él había imaginado, y que, según el autor, tienen mucho que ver con las diecinueve antenas satélites, con la falta de expectativas, con el nihilismo y con el omnipresente control y presión policial. Detrás de cada una de estas razones hay una magnífica explicación que de Zárate nos muestra en su libro, y que de alguna forma anticipa mucho de lo que sucede hoy en los países árabes (el 68% de los árabes tiene menos de 30 años, y la mayoría no sabe qué hacer con sus vidas, dice El País del 6 de febrero de 2011 a raíz de los incidentes en Túnez y Egipto).

Fue Francisco de Zárate quien me recomendó leer «Todos de los hermosos caballos», de Cormac McCarthy (sobre el que escribí un brevísimo comentario en este mismo blog). Durante la presentación, de «Volar de noche…» el presentador, Juan Manuel Betancourt, dijo que Francisco tenía fuego en la mirada, y es cierto que lo tiene, un fuego que se plantea preguntas, un fuego que busca respuestas, un fuego capaz de comprender la conclusión del libro de MaCarthy: «sólo sé que si no aprende a valorar lo verdadero de lo útil no importaría mucho que viva o no» y Francisco de Zárate (por este libro y por otras muchas cosas más) ha aprendido a valorar eso.

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