El Futuro

El-futuroAyer fuimos a ver El Futuro, de Miranda July (había bastante gente en el TEA en la sesión de las 19h.), una de esas película atípicas que, cuando se termina y sales del cine, no sabes si te ha acabado de gustar, y empiezas a darle vueltas a qué habrá querido decir con esto, comentado con Amelia delante de unas tapas y una cerveza que qué piensa ella de lo otro, y poco a poco enlazando ideas, lo que tiene de simbolismo, interpretaciones, lo que tiene de poesía…, llegas a casa y vuelves a leer, con desconcierto y curiosidad, la sinopsis y las críticas que puedes coger en un folio a la entrada del TEA, y al día siguiente te viene a la mente una imagen, un comentario, una reacción, un comportamiento, como si todavía estuvieses frente a la pantalla. July y Jason son los protagonistas, tienen 35 años, y les aterra llegar a los cuarenta, viven su vida juntos, pero con una cierta independencia y sin grandes retos. Un día deciden que quieren adoptar un gatito abandonado, y en la residencia de animales les dicen que tienen que esperar un mes hasta llevárselo a su casa, el tiempo que el gato tardará en recuperarse de una pata herida. July y Jason deciden que será su último mes antes de perder la libertad, antes de aceptar mayores compromisos, ambos deciden aprovechar ese último tiempo solos, abandonan sus trabajos y resuelven en ese mes guiarse por lo que surja, por lo que les muestre el destino. Así, mientras Jason  espera que suceda algo cuando va a casa de alguien a comprar no importa el qué de segunda mano por un anuncio que por casualidad se cruza en su camino, July llama por teléfono a un desconocido en la que quizás sea la mejor escena de la película, habla con él, parece que ambos se encuentran en barrios cercanos, quizás en el mismo, ella sale por la ventana a ver si dando un grito él puede escucharla, y July abre la ventana, saca medio cuerpo, y da un grito que es una desesperación, una demanda de auxilio que quizás no pretende que sea escuchado por alguien sino tan sólo por ella misma. Cuando Jason se da cuenta de lo que está pasando, de lo que le está pasando a él, de lo que le está pasando a ella, quiere detener el tiempo, parar el tiempo, que el tiempo no avance, quedarse definitivamente en los treinta y cinco años sin tomar ninguna decisión mientras July grita, grita para escucharse ella misma, o tal vez para que la escuchemos nosotros, sintiéndonos también protagonistas frente a la pantalla de la sala del TEA… Ayer fuimos a ver El Futuro, una película de esas que, cuando se termina y sales del cine, no sabes si te ha acabado de gustar —tu simbolismo, tu poesía—, una película de esas en las que al día siguiente piensas que quizás sean precisamente esas películas las que realmente valgan la pena, la pena…

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