Hondura y belleza, El mirador de los perezosos, de Sergio Barce

Esta semana participé en una mesa sobre literatura y el Magreb, la primera pregunta que me planteó el moderador iba enfocada directamente a Marruecos, creo que a un concepto totalizador de Marruecos como entidad, como fuente de conflicto en su relación con España y sus otros vecinos, evidentemente el tema del Sahara de fondo. Yo me quedé dubitativo antes de responder, pensé que tenía que acudir a algo distinto de esa iterativa visión que se suele tener del país, y automáticamente me acordé del libro que había empezado a leer unos días atrás y que me estaba cautivando: El mirador de los perezosos, de Sergio Barce.  Lo llevaba más o menos por la mitad, estaba disfrutando de sus relatos, entre ellos Boulevard Pasteur y Avenue Josafat que me habían parecido poseedores de una gran belleza, hondura y sensibilidad. Escritos con madurez literaria y sabiduría me llegaron a erizar la piel en algunos de sus párrafos, su lectura resultaba una verdadera delicia.

Su autor, Sergio Barce, nació en Larache (Marruecos). Según se deduce de los dos libros de relatos suyos que conozco, El mirador de los perezosos y Una puerta pintada de azul, pertenece a una de esas familias que tuvo que emigrar a España después de la independencia de Marruecos en 1956. El islam había sido uno de los motivos esgrimidos por Allal El Fassi y su partido político, el Istiqlal, para promover la independencia. El islam unificador entre árabes y bereberes, argumento contra los infieles, contra los cristianos invasores (españoles y franceses), y también contra los judíos que vivían en el país desde hacía cientos de años. La literatura de Barce es excelsa cuando narra el desgarro de la huida, la nostalgia por la tierra perdida y la emoción por el regreso. Dicen que el flamenco surgió entre los musulmanes que prefirieron no abandonar España y simularon convertirse al cristianismo allá por principios de 1500, y que la hondura de ese canto era el reflejo del dolor por sentirse amordazados bajo una religión impuesta y la añoranza por unas creencias que no podían expresar libremente. No sé si la comparación es acertada entre música y literatura, pero ese canto hondo y bello me recuerda a los relatos de Barce que tratan el desgarro de la huida, la nostalgia de la tierra perdida, la emoción por el regreso.

La expulsión de los moriscos, de Gabriel Puig Roda
La expulsión de los moriscos. Me encontré con este imponente cuadro de Gabriel Puig Roda en el museo de Bellas Artes de Castellón.

Pero sobre todo, lo que más me gusta de esos relatos, son sus personajes y la interacción entre ellos: cristianos, judíos y musulmanes que convivían en armonía, que eran realmente amigos (o si no lo eran del todo se respetaban como vecinos) y que también sentían el dolor de la separación. Los nombres de Jacobo, Salvador, Driss, la amistad. La literatura de Sergio Barce habla de la amistad, de las personas buenas, de todo lo que los une y todo lo que comparten por encima de otras consideraciones. Son relatos en los que se produce el diálogo, el deseo de interactuar y comprender al otro, una amistad perfectamente concebible entre diferentes que igual no lo son tanto. Los relatos de Sergio Barce son un puente de 14 kilómetros que unen el sur de España con el norte de Marruecos, un puente que nos invita a cruzar con su literatura, su construcción no es sino el reflejo de su propia experiencia.

UNA PUERTA PINTADA DE AZUL | Sergio Barce
Una puerta pintada de azul, Sergio Barce

Entonces, después de que todo eso que acabo de escribir se me pasara por la cabeza tras la pregunta del moderador, que me miraba con ojos expectantes, me salió la respuesta que estaba buscando: es que la política lo jode todo, dije. Una respuesta que también está en El mirador de los perezosos, esa política (esa geoestrategia) tan alejada de las personas, de la posibilidad de la amistad.

Pero El mirador de los perezosos es también más que eso, es Tánger, esa ciudad que a mí me impactó por primera vez cuando vi la película La vida perra de Juanita Narboni en el festival Alcances de Cádiz allá por 2006, donde había acudido a presentar mi primera novela. Esa ciudad de Tánger de la que en el libro de Barce se dice: “en ninguna otra ciudad del mundo encontrarás tantas ilusiones perdidas”. Y también es de alguna manera nuestro querido Antonio Lozano, cariñosamente homenajeado en el libro, otro constructor de puentes, otro de esos escritores tan necesarios, como Sergio Barce, para poner en valor la amistad y la empatía entre las personas por encima de las complejidades de la política y de la diferencia.

Cuánto echamos de menos a Antonio Lozano.

No sé si al moderador de la mesa le convenció mi respuesta, quizás él estaba buscando más el conflicto y yo no lo quería ver (o no me apetecía ver), y es que realidades hay muchas, y es mejor poder entenderlas todas.


El mirador de los perezoso ha recibido el XXIX premio de la crítica de Andalucía en la categoría de relatos este año 2023.

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